viernes, 27 de enero de 2017

La anisotropía: El cine y su composición.


La anisotropía es la cualidad que convierte a los objetos y sustancias en variable según cómo se midan. Por definición, en el cine todos los objetos toman esta cualidad y se convierten en anisótropos. Podría parecer una banalidad, una estupidez, un concepto carente de significado,  pero no lo es. La anisotropía es uno de los principios de las leyes de composición y por lo tanto el encargado del orden sintáctico de las imágenes que vemos en el encuadre de una película.

El director y el director de fotografía son los que se encargan de que la imagen que plantean se proyecte y llegue a los espectadores de forma clara, para que de esta forma, mensaje y significado atraviesen la cuarta pared y empapen al espectador impregnándolo del significado completo de la obra.

Estas leyes de composición visual aportan al film la calidad visual que requiere la escena, y no sólo se basa en sus formas sino que abarcan todo el espectro de la imagen. Hablamos de color, línea, punto, forma y profundidad de campo. No sólo hay que ver la intervención de estos conceptos como meros canalizadores de la imagen visual, sino que hay que detenerse en su significado y psicología.

Marleau-Ponty, filósofo y pensador francés (cercano a las ideas existencialistas de Sartre) se detuvo a analizar la percepción fílmica como concepto separado de la propia filosofía contemporánea. No porque el primero no tuviera que ver con el segundo, sino porque el cine no es filosófico por él mismo, sino que aprovecha para proyectar una imagen filosófica y de significado a través de la imagen.

Aparentemente, la composición de la imagen no tiene porqué resultar complicada (tanto fílmica como fotográfica) ya que simplemente limita la posición del encuadre y ordena las figuras dentro del mismo. Pero,  las composiciones son infinitamente diversas y es la combinación de las mismas las que aportan significado completo para el espectador, que no tiene que detenerse a analizarlas, sino que son intrínsecas a la percepción contemporánea.


Las basadas en la línea, por ejemplo, proyectan y dirigen la mirada del espectador y canalizan la profundidad de la imagen. Como caso concreto, un ejemplo que consideró Composition Cam (una cuenta de Twitter que analiza brevemente casos de composición concretas) oportuno para explicar las líneas de dirección, esta maravillosa escena de Spartacus de Stanley Kubrick.

           


Otro ejemplo fundamental para explicar la composición basada en la línea es la simetría. La simetría en el cine aporta equilibrio a la imagen por medio del empleo de elementos visualmente similares o bien proporcionales. Wes Anderson es uno de los directores que más la emplean, pero desde luego Kubrick fue el director que más impregnó de simetría sus escenas, con una perfecta representación de las proporciones y de la regla de los tercios. 


    


Pero, a veces, la divinidad en el cine no sólo está en mantener las proporciones, sino que a veces, hay que destrozarlas mediante líneas quebradas y diagonales para crear sombras, y por supuesto expresividad. Evidentemente, y como su propio nombre indica, el  cine del expresionismo fue el gran ejemplo de estos factores. Por ejemplo, las líneas de dirección cruzadas en el Gabinete del Doctor Caligari.
 Ahora bien, no sólo hay que tener en cuenta a la forma y la línea para la toma de composición. El color y la luz son también aspectos fundamentales. En el año 1911, aparecía De lo Espiritual en el Arte, la obra teórica más conocida y reconocida del pintor Wasilly Kandinsky. En esta obra Kandinsky analiza los colores y sus principales significados. El color es una de las mayores representaciones del estado de ánimo porque contiene mucha información. Según la gama que se emplee en una escena esta esconderá unas sensaciones y significados. Uno de mis ejemplos favoritos es el azul. El azul tiene un componente frío pero solemos familiarizarlo con la inmensidad y con lo sublime quizás porque se trata del color del cielo. En cambio, si lo iluminamos poco, el azul esconde melancolía, a veces incluso muerte. Kubrick disfrutaba de anunciar la muerte y la desolación con las escenas dramáticas en luz azul.


Pero en otro orden de cosas, Kechiche en La Vida de Adèle hace del azul el color de la inmensidad y símbolo de un amor intenso y dramático.  Casi casi, un color cálido

       

Al tener en cuenta todos estos factores, también tenemos que contar la luz y la sombra. Según la posición de una y otra, tendremos resultados totalmente  opuestos. A veces la sombra es la protagonista del film, como en el caso de Nosferatu, a veces nos da las respuestas como en Amanecer (también de Murnau)o se abalanza sobre el espectador con garras asesinas del que personifica al propio miedo y odio, como en el caso de M, El Vampiro de Dusseldorf de Fritz Lang.


Como se puede leer en Cine y Filosofía “el cine no piensa porque transmite el pensamiento humano” y sin la estética de la composición no sería posible que lo hiciera. 
 

                          


No hay comentarios:

Publicar un comentario