En 2011 mi director
favorito de terror, Wes Craven (fallecido recientemente, lo cual me parece una desgracia y una gran
pérdida) lanzó, después de 11 años, la última película de la saga, que sin duda
se había ido desgastando desde la primera película ,que sin duda, para bien o
para mal, marcó un antes y un después en la historia del cine de terror.
No le echaré flores a la costumbre de este director de estirar las sagas
cual chicle, porque es algo que no me gusta,
y que ya hiciera con Pesadilla en
Elm Street que ya en sus últimos films se había convertido en una pesadilla
real para los espectadores. Lo que sí me parece único en Wes es la capacidad
que tiene de atraernos con sus fórmulas del metacine y la autorreferencia. Y es
que, la primera secuencia de Scream 4 es
mágica. Recuerdo mi reacción al verla por primera vez, y todavía me cuesta
pensar en una película que me haya causado una sensación similar dentro de este
género, si alguna se acerca, sería Scream
(la primera parte) y su histórica secuencia inicial con una jovencísima
Drew Barrymore brutalmente asesinada.
Wes vuelve a los orígenes después de
haberse alejado de ellos en la segunda y tercera parte (esta última con
terrible resultado) y vuelve a Woodsboro manteniendo al reparto que había
resultado superviviente de la saga: la invencible Sidney Prescott, el ahora sheriff Dewey Riley y su mujer (¡por fin!) Gale Weathers, la intrépida reportera. Pero ahora, nos encontramos
con un pueblo lleno de personajes adolescentes entrañables que nos hacen
recordar a la Tatum (a la que todos vimos y dijimos: ¡Es Page la de Embrujadas!)
o Randy (ese chico que tenía las claves del cine de terror) y ahora vienen
interpretados por Emma Roberts en el personaje de Jill Roberts, la prima de Sidney y Hayden Panettiere como Kirby Reed, esta última para mí la
mejor con su insolencia y su sabiduría que quizás me recordó demasiado a Randy.
Con este reparto principal tan elaborado y algunas apariciones estelares en
la primera secuencia, Wes se puso a trabajar en una película que vuelve a los
orígenes de Scream, al humor desgarrador que te hacen replantearte si alguno de
los personajes esta en sus cabales y sobre todo, a mostrarnos como puede
reinventarse y mantener sus claves en pleno siglo XXI. Vemos una película
adolescente de terror actual que ha cogido sus mejores momentos de la saga y
los ha batido en duelo para volver a hacernos vibrar. Desde la autorreferencia
a Freddy Krueger a la magia de los tópicos que a día de hoy mantenemos como
propios, Wes Craven realiza para mí un magnífico final de saga en el que
mantiene su obsesión con el segundo asesino y la capacidad psicológica de lo
desconocido, lo que se esconde tras la máscara, y todo ello coronado con lo que
para mí será siempre un momento épico en el terror, cuando el asesino se quita
la máscara, y de repente, se humaniza.
Wes Craven 1939-2015. Gracias
maestro, por los gritos.
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